Triduo Pascual
Con el Jueves Santo, comenzamos a transitar el Triduo Pascual. Aquí una reseña que nos hace llegar Angélica Diez, Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe.
"Entramos en el Triduo Pascual, los días 'santos' porque nos hacen revivir el evento central de nuestra Redención, nos reconducen al núcleo esencial de la fe cristiana: la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo". (…) "Son días que podemos considerar como uno solo, ya que constituyen el corazón y soporte de todo el año litúrgico como también de la vida de la Iglesia. Al término del itinerario cuaresmal, entramos también nosotros en el clima mismo que Jesús vivió entonces en Jerusalén". (Papa Francisco).
JUEVES SANTO Eucaristía, servicio, misión.
El Señor quiere permanecer con nosotros en la Eucaristía, y nosotros nos convertimos siempre en sagrario del Señor. Llevamos al Señor con nosotros hasta el punto de que Él mismo nos dice que si no comemos su Cuerpo y no bebemos su Sangre no entraremos en el Reino de los Cielos. El Señor con nosotros, en nosotros, dentro de nosotros. Servicio. Aquel gesto que es condición para entrar en el Reino de los Cielos. Servir, sí, todos. Pero el Señor, en aquel intercambio de palabras que tuvo con Pedro, le hizo comprender que para entrar en el Reino de los Cielos debemos dejar que el Señor nos sirva. Que sea el siervo de Dios, siervo de nosotros. Esto es difícil de comprender.
Si yo no dejo que el Señor sea mi servidor, que el Señor me lave, que me haga crecer, que me perdone, no entraré en el Reino de los Cielos.
Que el Señor sea nuestro servidor y nos lave, déjense lavar los pies.
VIERNES SANTO Cristo, crucificado y victorioso.
En la crueldad de tu Pasión, vemos la crueldad de nuestro corazón y nuestras acciones. Imprime, Señor, en nuestros corazones sentimientos de fe, de esperanza, de caridad, de dolor por nuestros pecados. Llévanos a arrepentirnos de nuestros pecados que te han crucificado. Llévanos a transformar nuestra conversión hecha de palabras, en conversión de vida y de obras. Enséñanos que la cruz es vía a la Resurrección. Enséñanos que el Viernes Santo es camino hacia la Pascua de la luz. Enséñanos que Dios no olvida nunca a ninguno de sus hijos, y no se cansa nunca de perdonarnos y abrazarnos con su infinita misericordia.
Enséñanos también a no cansarnos nunca de pedir perdón y creer en la misericordia sin límites del Padre. Enséñanos que el Viernes Santo es camino hacia la Pascua de la luz.
SABADO SANTO El Sábado santo se caracteriza por un gran silencio.
En este tiempo de espera y de esperanza, los creyentes son invitados a la oración, a la reflexión, a la conversión, también a través del sacramento de la reconciliación, para poder participar, íntimamente renovados, en la celebración de la Pascua. En la noche del Sábado santo, durante la solemne Vigilia pascual, “madre de todas las vigilias”, ese silencio se rompe con el canto del Aleluya, que anuncia la resurrección de Cristo y proclama la victoria de la luz sobre las tinieblas, de la vida sobre la muerte. La Iglesia gozará en el encuentro con su Señor, entrando en el día de la Pascua que el Señor inaugura al resucitar de entre los muertos. Que nos acompañe en este itinerario espiritual la Virgen santísima. Que ella, que siguió a Jesús en su pasión y estuvo presente al pie de la cruz, nos introduzca en el misterio pascual, para que experimentemos la alegría y la paz de Cristo resucitado. (Papa Francisco).
Angélica Diez, Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.
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