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2024 AÑO DE LA ORACIÓN

Reactivarnos

Compartimos una reseña que nos hace llegar Angélica Diez, Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, en el contexto del año de la oración.

Todos los seres humanos estamos sujetos a errores, todos vamos por la vida dando tropezones y caídas y, sin embargo, “… cuando creamos haber fracasado, aún nos quedara siempre la sonrisa de Dios.    (D. Félix García O.P., Dominicos). Todos necesitamos “un ajuste en algo”, por lo tanto, es necesario “reactivarnos”, reaccionar. revitalizarnos, reanimarnos.

También los elementos que utilizamos “sufren” su desgaste: «La lámpara, cuando comienza a debilitarse, tenemos que recargar la batería. ¿Cuál es el aceite del cristiano? ¿Cuál es la batería del cristiano para producir la luz? Sencillamente la oración, decía el papa Francisco en el año 2016. El mismo papa Francisco ha querido que 2024 sea un año dedicado a la Oración en preparación al Jubileo de 2025. El año de la oración comenzó el pasado 21 de enero, domingo de la Palabra de Dios. “La oración nos transforma: apacigua la ira, sostiene el amor, multiplica la alegría, infunde la fuerza para perdonar”.

De esta manera – “reactivándonos” - en la oración, nos permitirá prepararnos para el Año Santo de 2025 en el que se celebrará el Jubileo de la esperanza. Un anticipo de ello se presenta en la Bula de Convocatoria: “En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana. Sin embargo, la imprevisibilidad del futuro hace surgir sentimientos a menudo contrapuestos: de la confianza al temor, de la serenidad al desaliento, de la certeza a la duda. Encontramos con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con escepticismo y pesimismo, como si nada pudiera ofrecerles felicidad. Que el Jubileo sea para toda ocasión de reavivar la esperanza”.

Para "sostener el amor y tener fuerza de personar",necesitamos que el Señor abra  nuestros ojos para que lo reconozcamos en nuestros hermanos y hermanas. Que abra nuestros oídos, para que escuchemos las llamadas de aquellos que tienen hambre, frío miedo, y se sienten oprimidos o descartados. Y, sobre todo que se abran nuestros corazones para que nos amemos los unos a los otros como Dios nos ama. Transitemos juntos este camino en el intento cotidiano de: “reactivarnos en la oración”.

 Angélica Diez, Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.

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