Una amenaza silenciosa que crece en las calles argentinas
Durante la conducción cotidiana, los estímulos que rodean a los conductores son múltiples y constantes: peatones que cruzan sin mirar, ciclistas que circulan entre autos, un tránsito urbano cada vez más agresivo y desordenado.

Sin embargo, hay una amenaza silenciosa que crece y se consolida como una de las principales causas de siniestros viales: el uso del celular al volante, donde provoca el 17% de los accidentes de tránsito y el 8% de los siniestros fatales se produjeron por distracciones de ese calibre.
Lejos de ser una exageración o una advertencia vacía, los datos y la experiencia diaria muestran que el celular ya no es solo un dispositivo de comunicación, sino que se ha convertido en un verdadero distractor crónico, al punto de parecer una herramienta “indispensable” para manejar. Revisar un mensaje, desbloquear la pantalla o contestar una llamada no solo quita la vista del camino, también interrumpe el procesamiento mental y reduce drásticamente la capacidad de respuesta frente a imprevistos.
“Para tener una referencia concreta: mirar el celular por solo 3 segundos mientras se circula a 40 km/h implica recorrer 33 metros a ciegas. Esa breve distracción puede ser la diferencia entre frenar a tiempo o protagonizar un choque por alcance, una maniobra riesgosa o, en el peor de los casos, una tragedia” explica Pablo Azorin, consultor de seguridad vial.
El celular y la “ceguera vial”
Incluso cuando no hay siniestros de por medio, la distracción se manifiesta de maneras cotidianas: autos que no arrancan cuando el semáforo pasa a verde, maniobras erráticas, frenadas bruscas, falta de atención a señales, ciclistas o peatones. La dependencia del celular genera una especie de “ceguera vial” momentánea, donde el conductor desconecta por completo su atención del entorno.
Frente a este panorama, la responsabilidad de prevenir no puede recaer únicamente en el conductor. Desde el sector privado hasta el público, se deben impulsar campañas de concientización, normas internas de conducción en las empresas, planes de seguridad vial y, sobre todo, controles que generen una verdadera percepción de riesgo y consecuencia frente a estas conductas.
¿Qué rol deben asumir las empresas y el Estado?
Las compañías, especialmente aquellas que tienen flotas o equipos en la vía pública, pueden actuar generando protocolos de conducción segura, promoviendo pausas activas durante los trayectos y desalentando el uso del celular mientras se maneja. En el ámbito estatal, es fundamental una presencia fuerte de campañas en medios masivos, redes sociales, espacios públicos y escuelas, que reflejen con crudeza los efectos del uso del celular al volante. Pero también hacen falta controles efectivos y sanciones, que funcionen como elemento disuasivo y regulador.
Una dieta del celular al volante: 4 pasos simples para una conducción más segura
Frente a este contexto, se recomienda incorporar hábitos que ayuden a reducir la exposición al celular mientras se maneja. Aquí, una guía práctica de prevención:
- Silenciar el celular antes de iniciar el viaje para evitar que las notificaciones se conviertan en distracciones.
- Activar respuestas automáticas que informen a quien llama o envía mensajes que el conductor está manejando y responderá más tarde.
- Planificar el viaje con pausas programadas: conducir durante 2 o 3 horas y hacer descansos de entre 15 y 20 minutos para chequear mensajes o realizar llamadas.
- Configurar el GPS con el vehículo detenido, en un lugar seguro, antes de iniciar el recorrido.
A su vez, es importante destacar que ni siquiera los sistemas de manos libres o bluetooth están exentos de riesgo. Estudios internacionales han demostrado que este tipo de comunicación, aunque no implique el uso manual del celular, disminuye la atención y la capacidad de análisis del entorno, afectando la toma de decisiones y la reacción ante situaciones de riesgo.
Las cifras que preocupan: siniestros en Argentina
De acuerdo con los datos de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, en 2024 se registraron 3238 siniestros viales fatales, con un saldo de 3894 víctimas. De ese total, el 29% ocurrió en calles urbanas, un dato que llama la atención ya que no involucra altas velocidades, sino factores humanos como la distracción, la falta de respeto por las normas y la convivencia insegura entre distintos modos de transporte.
Si bien esta cifra representa una de las más bajas en los últimos años, no puede interpretarse como una señal de relajación. Muy por el contrario, exige profundizar las políticas de prevención y control, actualizar los marcos normativos y promover una nueva cultura vial, que priorice la atención plena en el manejo y desaliente de manera contundente el uso del celular.
“La seguridad vial es una construcción colectiva. Requiere de educación, campañas, controles, sanciones y, sobre todo, de compromiso ciudadano. Conducir no es una actividad secundaria ni mecánica: es una tarea que demanda atención constante, responsabilidad y conciencia. Y hoy, más que nunca, la advertencia es clara: mirar el celular mientras se maneja puede costar una vida” finaliza Azorin.
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