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OBJETIVOS DESARROLLO SOSTENIBLE

Trabajo decente y crecimiento económico. Retos y perspectivas en el escenario de pandemia

En las últimas décadas hemos vivido en toda la región latinoamericana tiempos intensos de debates para crear estrategias legales desde la colectividad e incorporarlas en los dispositivos de gestión del Estado.

Es ahora donde se hace evidente la urgente necesidad de empleo digno y de calidad.

Citando a Chile, país que se acerca a cumplir una de las más grandes demandas sociales de los últimos años, la redacción de una Constitución escrita por representantes de los ciudadanos, teniendo como punto novedoso a nivel mundial que será escrita atendiendo a la paridad.

Algo menos alentador es que la crisis sanitaria ha causado en todo el mundo la reducción de la actividad económica, presentando también una dicotomía entre nuevos ricos o bien llamados “el club de los súper ricos” y el elevado número de pobres y pobreza extrema.

Un ejemplo de esto es Brasil, país que tiene 40 nuevos ricos que ingresaron a la lista de Forbes este año; pero también, según fuentes de la Agencia Senado, la pandemia desnudó el pésimo cuadro de la desigualdad social y económica (recordemos que Brasil se posiciona actualmente como el noveno país más desigual del mundo).

Si pensamos en el último informe de la CEPAL para América Latina y el Caribe, que en su momento nos pareció escandaloso y preocupante, aquí encontramos estas cifras. La situación es grave, pero saliendo del ánimo apocalíptico sabemos que hay medidas que podrían minimizar el impacto negativo en el mercado laboral; estas medidas podríamos destacarlas en cuatro áreas básicas:

a) creación de nuevos empleos,

b) mantenimiento de los existentes,

c) formación y

d) políticas activas.

El aparato burocrático del Estado tiene obligaciones innegociables de promover y garantizar la participación integral activa de los y las ciudadanas, dándole protagonismo a sus realidades.

Cada país tiene una evolución del desempleo antes, durante y en una visión post pandémica, lo que aquí es importante es la hoja de ruta clara y transparente, diálogo entre el Estado y las empresas para la retomada de la economía de manera más inclusiva, atendiendo a todos los sectores de la sociedad.

Esto es desnudar nuestras realidades y ver que en cada aspecto de la sociedad tenemos mucho por lo que luchar, defender y construir.

Tenemos por bien sabido que un país sin educación es un país condenado al fracaso, una sociedad sin educación es una sociedad totalmente desajustada para conseguir que se haga realidad los objetivos de las rutas que los promotores de los ODS en toda América Latina estamos desarrollando.

Es en este momento en el que centraremos nuestra atención hacia los jóvenes, quienes son actores fundamentales para el crecimiento económico.

 La especificidad latinoamericana requeriría un análisis diferenciado para comprender su conflictividad social; en todo este contexto tenemos una buena noticia, según los datos del Observatorio Latinoamericano todos los países que forman América Latina y el Caribe cuentan con el bono demográfico, el cual hace referencia a una fase en la que el balance entre las edades de una determinada población genera oportunidades para desarrollo, de esta forma una mayor proporción de trabajadores no solo representa una reducción del gasto en personas dependientes sino que tiende a impulsar el crecimiento económico a través del incremento en el ingreso y la acumulación acelerada del capital.

Pero esto, que es positivo, demanda más de las acciones estructuradas del Estado. Para el aprovechamiento del bono demográfico y para responder a las demandas propias del Objetivo de Desarrollo Sostenible número 8, estas demandas deben estar orientadas a mejor educación y más empleo para los jóvenes.

Las sociedades que sean más incluyentes y que preparen a esta generación para la próxima década, incluyéndolas en programas sociales que sean específicos para esta edad, con mayor participación de los jóvenes en sistemas de educación de calidad, (considerando que la educación de calidad debe ser el eje transversal transformador de la sociedad), junto con la garantía de empleo productivo, serán más exitosas frente a los desafíos del envejecimiento de la población que también es otro tema delicado dentro del análisis y las tendencias sociales.

Yo me declaro activista legislativa, abogo por la creación de dispositivos legislativos de inclusión y promoción de las mujeres y la transversalización del enfoque de políticas de empleo; esto en atención al ODS 8.

Solo nos queda extender la invitación a todos los sectores de la sociedad a ser partícipes de estas transformaciones.

Estamos en momentos desafiantes y los Objetivos de Desarrollo Sostenible son un camino esperanzador que nos dan propuestas para resolver cuestiones actuales evitando retroceder en las conquistas alcanzadas y en las luchas que cada hombre se señala, para hacer de este mundo diverso un lugar más digno y con mejores oportunidades.

Emelyn Herasme Henríquez (Brasil) – Revista 3 Década de Acción

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