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ECONOMIA

Los commodities vuelven a ser opción inversora

Buenas noticias para el comercio exterior argentino- Todo indica que, en términos generales, las caídas de los precios internacionales de las materias primas han terminado y que subirán lentamente en los próximos años debido a un ajuste de la oferta mundial, aunque sin alcanzar los niveles de los 12 primeros años de este siglo. 

La recomposición durante este año se estima en el orden del 5%. Se trata de una perspectiva positiva dada la matriz productiva y nuestra composición de las exportaciones. Entre julio 2015 y junio 2016, el Bloomberg Commodity Índex arrojó una tasa de retorno de las materias primas (energía, metales y agricultura) de 11,1%, superior a la inversión en bonos (6,4%) y acciones globales (2,2%); solamente en granos ganaron 16%. Es el reflejo de una apuesta que fondos de pensiones y otros inversores de largo plazo realizan sobre los índices de commodities que abarcan petróleo, agricultura y metales.

Las pizarras de los commodities a partir del 2do. semestre de 2016 contienen vientos favorables para Argentina, aunque es una brisa al lado de aquellos de cola de la década K “ganada”: los precios agrícolas, en general, registran un leve repunte, los del petróleo subieron y se amigan algo más con los costos de producción de Vaca Muerta y los del gas (que se pagan en la factura importadora) bajan por la sobreoferta rusa, según consigna el último reporte del Observatorio de la Escuela de Economía y Negocios de la Universidad Nacional de San Martín.

Mirándolos juntos desde el índice de precios de las materias primas elaborado por el BCRA, se aprecia que, en términos reales, el pico más alto había sido cuatro años antes, en agosto de 2012, para caer bruscamente hasta fines de 2015, momento en que comienzan a crecer para revertir de nuevo en julio de este último año.

A pesar del retroceso, el valor real se encuentra en los niveles del periodo 2004 – 2007, excepto en el caso de la soja, que sigue estando en niveles más elevados.

Por su parte, los términos del intercambio, que tuvieron un fuerte envión desde principios de este siglo, llegaron a su máximo en 2012, a partir del cual se registra una reducción.

A pesar de ello, el nivel de 2015, último dato disponible enCEPAL, es de alrededor del 50% más elevado que los registros de la década del ´80 y del ´90.

La expectativa es que, durante este año 2016, haya una leve recomposición del orden del 5%.

El Bloomberg Commodity Índex arrojó entre julio 2015 y junio 2016 una tasa de retorno de las materias primas (energía, metales y agricultura) de 11,1%, superior a la inversión en bonos (6,4%) y acciones globales (2,2%); solamente en granos ganaron 16%.

Mirando hacia el futuro para el conjunto de las commodities, son varias las instituciones internacionales, organizaciones no gubernamentales y centros de investigación independientes que estiman que los precios subirán lentamente en los próximos años debido a un ajuste de la oferta mundial.

Todo indica que, en términos generales, las caídas han terminado, pero no se volverá a los niveles alcanzados en los 12 primeros años de este siglo.

Si la actual tendencia continúa, 2016 será el primer año de entrada neta de inversiones en commodities en los últimos 4 años.

Según Barclays, los productos básicos recibieron desembolsos por u$s 54.000 millones entre enero y agosto de este año, un récord histórico para el período.

Algunos especialistas que consideran que, como el mercado de commodities se encuentra en un canal ascendente de largo plazo, hay inversionistas que utilizan las materias primas como herramienta de diversificación y de cobertura contra la inflación.

De este modo, fondos de pensiones y otros inversores de largo plazo compran exposición al sector a través de swaps sobre índices de commodities que abarcan petróleo, agricultura y metales, como el Bloomberg Commodity Índex, o BCOM.

En el caso de los productos agrícolas, se observa que, en la mayoría los precios, han aumentado hasta agosto, a excepción de algunos como el trigo y el maíz.

Parte del alza obedece a malas condiciones meteorológicas (El Niño, sequía en Brasil) y a una reducción en las existencias mundiales de maíz y soja; en cambio, se prevé que aumenten las existencias de trigo gracias a una producción favorable en EE.UU., la Unión Europea y Rusia, lo que llevaría los precios a la baja.

Un récord de soja recibe a Trump

La cosecha récord de soja en EE.UU. presionará a la baja de los precios, a pesar de la fuerte demanda. El FMI estima que crezcan 2% promedio en 2016 y que aumenten ligeramente en 2017 y 2018.

Los riesgos para el futuro están asociados a la variabilidad climática, sobre todo en lo que respecta a La Niña, que suele ser más perjudicial para las cosechas que El Niño.

Más allá de las especificidades de cada mercado, los precios también están influenciados por la evolución del dólar: cuando la moneda estadounidense de revalúa, los precios de las materias primas tienden a bajar.

Por ejemplo, se estima que un aumento de 0.25 puntos en la tasa de interés de referencia de la Reserva Federal, al provocar una revaluación del dólar, podría reducir entre 3% y 5% el precio de las commodities.

El súper ciclo de las materias primas se inició en 2003, y luego de una caída en 2009, tuvo su pico en 2011/12, momento en que comenzó a disminuir hasta aproximadamente fines de 2015.

Desde ese momento hasta agosto (último dato disponible) de 2016 no solo dejaron de caer, sino que se observa una leve recuperación en cereales (9%) y metales (12%), una fuerte alza en el petróleo (44%), mientras que se redujo el precio del gas natural.

Para el caso de los cereales (granos), principal producto de exportación de nuestro país, se observa que los precios nominales desde que comenzaron a crecer en 2000 hasta el pico en 2012, se duplicaron. Posteriormente comenzaron a caer, pero en agosto de 2016 resultan ser 50% más altos que a principios de siglo.

Sin embargo, cuando se los mide en términos reales, el nivel actual es sólo 7,4% más alto que en 2000.

El precio del petróleo está a mitad de camino. Del lado de la oferta, el mercado ha sufrido interrupciones, algunas ocasionales y otras provocadas por la tensión geopolítica en Medio Oriente y África.

Además, con los nuevos precios se favorece a los productores de shale oil, sobre todo en EE.UU. Igualmente, como suele ocurrir en este mercado con la oferta, el futuro es incierto por la persistencia de interrupciones involuntarias, la política de la OPEP y la inversión en yacimientos no convencionales.

Por el lado de la demanda se prevé que crezca ligeramente por encima de la tendencia.

Los contratos de futuros de petróleo apuntan a un aumento en los precios: de un promedio anual de US$ 43,0 el barril en 2016 a US$ 50,6 el barril en 2017.

El otro gran componente de la oferta energética que interesa a la Argentina es el gas natural; su precio está bajando por la abundante producción en Rusia y la demanda débil en Asia.

Los precios de los metales, si bien se han recuperado entre febrero y agosto de este año, el FMI proyecta que en promedio los precios caerán 8% en 2016 pero se recuperarán 2% en 2017.

La Organización Mundial del Comercio en Buenos Aires

La Argentina será la sede de la próxima Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio(OMC), a realizarse en diciembre de 2017, en la que ministros de los 164 miembros de la entidad multilateral buscarán avanzar con la llamada Ronda de Doha, que debe definir nuevas reglas del intercambio global, según decidió en su sede de Ginebra el Consejo General de la entidad multilateral, integrado por las delegaciones de los países o uniones aduaneras miembros de la OMC.

La Argentina fue elegida como el primer país sudamericano en albergar al cónclave de ministros de Comercio, la máxima instancia de decisión de la entidad, que se celebra cada 2 años.

Los alimentos han sido siempre un elemento de fricción en las negociaciones comerciales en la OMC a pesar de que constituyen una porción relativamente pequeña del comercio mundial: 8% de las mercancías en términos de valor.

Las barreras arancelarias y no arancelarias y los subsidios suelen ser consecuencia de las preocupaciones en materia de soberanía alimentaria y de protección de los agricultores internos.

Las negociaciones de la Ronda Doha se paralizaron en julio de 2008, entre otras cuestiones, por desacuerdos en materia agrícola.

El apoyo directo a la agricultura ha disminuido en los países desarrollados, mientras que ha crecido en los países en desarrollo históricamente, en los países desarrollados, las distorsiones tienden a favorecer a los agricultores, mientras que en los países en desarrollo suelen beneficiar a los consumidores urbanos.

En las últimas 2 décadas, en líneas generales, los países desarrollados han reducido los subsidios y la protección en su sector agrícola.

La mayoría de los países en desarrollo, sobre todo en Asia, han pasado de cobrarles impuestos a sus agricultores a brindarles apoyo.

Todos los países mantienen un fuerte sesgo anti comercio en la estructura de asistencia al sector agrícola. Los mercados donde más incide la política pública son los de soja, azúcar, arroz, trigo, carne vacuna, cerdo y aves.

El debate sobre la evolución de la oferta alimentaria en relación con el crecimiento demográfico data de la influyente teoría expuesta por Malthus (1798).

Desde entonces, numerosos estudios se han dedicado a explorar la interacción entre tecnología, población e ingreso per cápita, en la que el avance tecnológico permitió incrementar fuertemente la disponibilidad de alimentos.

Por cierto que la población pobre, y en particular los países pobres, tienen serias dificultades de acceder a los alimentos, pero más por un problema de ingresos que de oferta de bienes.

Los mercados mundiales de alimentos durante las últimas décadas han sufrido importantes cambios estructurales.

El rápido crecimiento de los países en desarrollo (PED), la desaceleración demográfica y los desarrollos tecnológicos están remodelando los mercados de alimentos, y lo seguirán haciendo.

Los cultivos de alimentos incluyen cereales (trigo, el maíz, el arroz); frutas y verduras (naranja, papa); carnes y frutos de mar (vacas, camarones); bebidas (café, té, cacao); oleaginosas (soja, maní) y azúcar. Estas categorías tienen numerosas diferencias por su valor nutricional, su carácter perecedero y sus posibilidades de almacenamiento.

El sector agrícola es el medio de vida de cientos de millones de personas, ya sea porque los cultivos se utilizan como actividad comercial o como medio de subsistencia.

Algunos datos significativos: más de 750 millones de personas trabajan en la agricultura; en África subsahariana, el 60% de la fuerza laboral se dedica a la agricultura; el 78% de los pobres del mundo vive de la agricultura; y más del 95% de los campesinos son pobres.

La mayor parte de la producción alimentaria es de consumo interno: alrededor de 85% de los alimentos se producen en el país donde se consumen.

La transmisión de las variaciones internacionales de los precios más allá de la frontera suele verse limitada por impuestos, subsidios, controles de precios, débil integración de mercado y costos locales de distribución.

En los países desarrollados (PD), la transmisión promedio a largo plazo de un shock de 1% en los precios de los alimentos a los precios internos es de alrededor de 0,10%, mientras que en los PED es de alrededor de 0,15%. Por esos motivos, y puesto que gran parte de la producción de alimentos se consume internamente, las condiciones agrícolas y climáticas locales tienen una gran influencia, además de la evolución del mercado mundial.

Producción y consumo superpuestos

Los centros de producción y consumo de alimentos se concentran en unos pocos países, pero la ubicación de los lugares de producción varía considerablemente según el alimento de que se trate.

Los principales centros de producción y consumo, sin embargo, con frecuencia se superponen.

Por ejemplo, China es a la vez un gran consumidor y productor de arroz y cerdo, así como un gran importador de soja, básica para la alimentación animal. EE.UU. es un gran productor y consumidor de maíz y carne vacuna, al igual que la Unión Europea con el trigo.

El crecimiento demográfico es un factor central para el consumo de alimentos, mientras que el crecimiento del ingreso reorienta la composición de la demanda hacia las carnes, los lácteos, las verduras y las frutas frescas.

Un ejemplo claro es China donde su extraordinario crecimiento en los últimos 30 años generó aumentos sostenidos en el ingreso de los consumidores, y ahora ya no solo consumen productos de primera necesidad (granos y arroz) sino una dieta más diversificada y de mejor calidad.

La disponibilidad de tierras y tecnología son motores fundamentales en la producción.

La mayor parte de las tierras disponibles adecuadas para agricultura están en regiones en desarrollo, sobre todo en África subsahariana y en América del Sur.

El aumento demográfico, en especial en África y Asia, exigirá que la producción de calorías alimenticias se incremente 70% de aquí a 2050.

La explotación de todas las tierras sin utilizar, si todo lo demás permanece constante, permitiría alimentar a 9.000 millones de personas: una cifra inferior a los 9.700 millones que necesitarán alimentarse a mediados del siglo. Este cálculo aproximado no contempla otros factores, como posibles innovaciones tecnológicas, reducciones del desperdicio de alimentos y la degradación de la tierra.

Los futuros aumentos de la oferta de alimentos deben provenir sobre todo de aumentos de la productividad. La expansión del uso de la tierra para agricultura debe limitarse, en la medida de lo posible, para velar por las cuestiones ambientales y sociales: pérdida de la biodiversidad, degradación de los ecosistemas, aumento de las emisiones de carbono y derechos tradicionales de uso de la tierra.

Por lo tanto, el desafío consiste en encontrar la manera de incrementar la productividad de la tierra ya cultivada y reducir la tasa de degradación y deforestación.

Evolución del comercio mundial de alimentos

En las últimas décadas, el patrón mundial de la demanda de alimentos ha variado relativamente más que el de la oferta.

La demanda se ha desplazado del Oeste al Este a causa de las diferencias en el crecimiento demográfico y de cambios en el ingreso que afectan la composición de la demanda. Mientras que el desplazamiento de la oferta del Norte al Sur ha sido más modesto.

Si bien algunos PED han incrementado su participación, la parte más significativa del comercio mundial de alimentos sigue proviniendo de los PD.

Amartya Sen fue el primero en señalar que la causa del hambre no era necesariamente la falta de alimento, sinola falta de capacidad para comprarlo. 

La seguridad alimentaria es un concepto multidimensional; la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) identificó 4 pilares de la seguridad alimentaria:

-Disponibilidad: la oferta, determinada por la producción, las existencias y el comercio.

-Acceso: el acceso económico (capacidad de compra del ingreso disponible) y el acceso físico (capacidad de llegar mediante el transporte a las fuentes de alimentos).

-Utilización: por medio de la diversidad en la dieta, la distribución de los alimentos dentro de los hogares, y la preparación y el consumo de alimentos.

-Estabilidad: la constancia de las otras tres dimensiones con el transcurso del tiempo.

La rápida urbanización y el vertiginoso crecimiento demográfico —en especial en África subsahariana y Asia— no compensados con aumentos en la oferta interna de alimentos han conducido a una creciente dependencia de las importaciones.

Una abrumadora mayoría de países de todas partes del mundo son importadores netos de alimentos.

Más allá de la elevada concentración de países que han sido siempre importadores de alimentos, otros 27 han pasado de ser exportadores netos a ser importadores netos desde 1990. Se trata de países de Asia oriental, América Latina y África subsahariana.

Estos cambios han dado lugar a nuevos temores en cuanto a la seguridad alimentaria, a pesar que los países la pueden garantizar por medio de importaciones, siempre y cuando estén en condiciones de financiarlas; los PD pueden hacerlo, pero para los PED más pobres no es fácil.

África es la región más proclive a la inseguridad alimentaria, aunque también existen áreas de vulnerabilidad en Asia, América Central y América del Sur.

El cambio climático (temperatura y precipitaciones) y sucesos climáticos extraordinarios (olas de calor y lluvias) afectan la agricultura generando grandes pérdidas económicas por la disminución del rendimiento de los cultivos y la productividad del ganado. También tiene otros numerosos efectos, como cambios en las plagas, las enfermedades y la concentración atmosférica de dióxido de carbono.

En general, los países más cercanos al ecuador son más vulnerables al cambio climático que los de latitudes más altas.

Se prevé que los sucesos climáticos extraordinarios y las amenazas que conllevan para la seguridad alimentaria continúen agravándose y que aumente su frecuencia.

La denominada “agricultura climáticamente inteligente” puede mitigar los efectos del cambio climático ofreciendo a los pequeños agricultores oportunidades de producir cultivos más nutritivos de manera sostenible y eficiente.

Además, la FAO ha establecido sistemas de alerta temprana para prever y prevenir hambrunas.

La volatilidad de los precios y la escasez de alimentos tienen un impacto decisivo en el aspecto más elemental del bienestar en los países más pobres: la supervivencia.

La proporción de consumo de alimentos en la canasta global de consumo es más importante cuanto más pobre sea el país.

Determinantes de los precios

En el mediano y largo plazo, los precios están determinados por factores estructurales, como la oferta y demanda tendencial de los alimentos, las modificaciones climáticas, el comportamiento de los costos de producción y transporte, y las regulaciones adoptadas por los distintos países.

La oferta, debido al fuerte aumento de precios del periodo 2003-2011, reaccionó rápidamente aumentando la producción de alimentos. Este fue uno de los factores explicativos de la caída posterior de los precio; el otro fue la desaceleración de la demanda de los países asiáticos.

Por otra parte, se reconoce que, fundamentalmente en los países más pobres, hubo muy poca inversión en el sector agropecuario; además, solo el 4% de la cooperación internacional está dedicada a la producción agrícola cuando esa proporción era muy superior hace 30 años.

Por el lado de la demanda de alimentos, su fuerte aumento y diversificación se explica por el acelerado crecimiento del ingreso de los países asiáticos, región que, además, cuenta con la mitad de la población mundial y su crecimiento vegetativo es superior al de los PD.

Estos dos factores hacen prever que la demanda de alimentos seguirá creciendo, aunque cambiando la composición de sus componentes.

Pero además, hay factores de fluctuación de corto plazo como un shock de oferta por problemas climáticos, los conflictos geopolíticos, las variaciones del valor del dólar, y la especulación financiera.

Este último factor está dado por los grandes fondos de inversión e inciden en el corto plazo sobre las fluctuaciones de los precios aumentando su volatilidad, lo cual es muy dañino para la producción.

Fuente Urgente 24

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