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AGENDA INTERNACIONAL

Los temas del 2018.

El calendario del 2018 será una invitación a reflexionar sobre la vigencia, durabilidad y contenido del orden global.  5 temas que se destacarán en 2018

Hace años que la gente intuye la llegada de una crisis del orden global pero en 2018 los síntomas se manifestarán con mayor frecuencia e intensidad. A ello contribuirán algunas corrientes de fondo, como los vacíos de poder que deja un USA en retirada, la 4ta revolución industrial o una creciente vulnerabilidad digital. Sin duda, 2018 será un año marcado por la afirmación de las ciudades globales pero también por la frustración de otros territorios que se sienten abandonados.

El calendario del 2018 será una invitación a reflexionar sobre la vigencia, durabilidad y contenido del orden global. Hace 100 años del final de la 1ra Guerra Mundial que marcó el principio del fin de un orden global eurocéntrico. En 2018, hará 70 años de la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Ese mismo año también fue creada la Organización Mundial de la Salud (OMS) y entró en vigor el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT). Piezas, todas ellas, de lo que se ha venido a llamar el orden liberal de matriz occidental. Un orden asociado con el poderío estadounidense que empieza a resquebrajarse en lo político con la guerra de Irak, hace ahora 15 años, y en lo económico, hace 10, con la quiebra de Lehman Brothers.

Por eso hay que tener en cuenta 5 temas susceptibles de determinar la agenda internacional.

Conectividad en un orden global recentrado en Asia. Controlar las vías de tránsito es tan o más importante que el control de los territorios y la propiedad de los medios de transporte va camino de ser tan vital como la de los medios de producción. En 2018, se obervará cómo prosigue la ambiciosa nueva Ruta de seda liderada por China. Es una de las muchas señales de que se está asistiendo a una inversión del poder geopolítico y geoeconómico. Asia condiciona las políticas occidentales tanto o más que a la inversa. El ámbito militar todavía es una excepción ya que USA sigue siendo una potencia hegemónica y, en 2018, la Península de Corea puede ser un escenario donde reivindicarse.

Como otro punto importante se encuentra la (des)información como arma política. Fabricar noticias falsas es barato y rápido mientras que contrastar información sale caro y requiere tiempo.La manipulación de la información para erosionar o neutralizar a los adversarios no es nada nuevo.       

Sí lo Es la toma de conciencia de que los sistemas democráticos son los más vulnerables. En 2018, el riesgo político en Europa tendrá aroma italiano y se seguirá percibiendo al Kremlin como una fuerza desestabilizadora. La intoxicación informativa sobrevolará otros contextos electorales y en muchos casos los intoxicadores serán actores domésticos.

Fiscalidad y Estados del bienestar. La ingeniería fiscal de las grandes corporaciones está diezmando los Estados del bienestar. Algunos líderes, así como la propia Comisión Europea, harán de este tema una prioridad. Si a esto sumamos que es probable que se destapen nuevos escándalos, veremos cómo el entramado financiero y el crimen organizado sienten que sus refugios ya no son tan seguros. No se resignarán sino que explorarán vías alternativas como la vuelta al dinero en metálico o a valores refugio como el oro, las materias primas o lo inmobiliario, y seguirán alimentando burbujas especulativas como Bitcoin.

Cada vez son más los líderes políticos del ámbito local que reclaman ser algo más que gestores e implementadores de políticas adoptadas por los gobiernos centrales. Es más, las ciudades se movilizarán activamente contra aquellas políticas que consideren contraproducentes o incompatibles con los valores de ciudadanía. Cambio climático y acogida de refugiados y migrantes serán dos temas recurrentes.  Sin duda, 2018 será un año marcado por la afirmación de las ciudades globales pero también por la frustración de otros territorios que se sienten abandonados. Se trata de zonas rurales, ciudades pequeñas y medianas, alejadas de los motores de crecimiento, o zonas industriales con procesos de reconversión fracasados. En algunos casos surgirán movilizaciones  y nuevas formas de acción política con potencial transformador. Otros serán terreno abonado para fuerzas populistas.

De la fortaleza al foso migratorio. Durante muchos años se ha hablado de la “Europa-fortaleza”. Una idea que, con variantes, también se asocia a las políticas migratorias de Estados Unidos o de Australia. Entre esta supuesta fortaleza y los países emisores se seguirá construyendo un amplio (y a menudo letal) foso que impedirá a migrantes y refugiados acceder a su destino. En 2018 se acumularán las emergencias humanitarias y continuarán desvirtuándose los compromisos internacionales para con los desplazados internacionales.

Todo el mundo se apresura a dar por derrotado al autoproclamado Estado Islámico (EI). La desaparición de su proto-Estado en Siria e Irak no implicará el fin de los atentados terroristas perpetrados en su nombre o que otras organizaciones como Al Qaeda quieran llenar su vacío. En su mayoría, los atentados de 2018 seguirán caracterizándose por su relativo bajo coste y por ser llevados a cabo de forma autónoma. Una de las grandes preocupaciones de los servicios de inteligencia y de los cuerpos policiales será qué hacer con los retornados y se intensificará la vigilancia sobre métodos presenciales de reclutamiento. En 2018 también se observará cómo algunos gobiernos o líderes de Oriente Medio utilizarán la lucha contra el terrorismo para reforzar su popularidad entre la población o su aceptabilidad por la comunidad internacional.

Otro punto importante es que 2018 será un año de transición. En 1er lugar porque veremos si se consolidan los liderazgos de Angela Merkel y Emmanuel Macron en sus respectivos países y si, desde esa posición, pueden dar un nuevo impulso al motor franco-alemán. Si esto coincide con la preparación de una salida ordenada del Reino Unido y prosigue la recuperación económica, se estarán poniendo los cimientos de la Europa post-crisis. En 2008 estalló una crisis financiera global que golpeó con especial dureza a los países de la periferia europea y sembró dudas sobre la viabilidad de la unión monetaria.

El Golfo: escalada regional, riesgo global. Irán no tendrá incentivos para rebajar su perfil de potencia ascendente y Arabia Saudí ni se resignará ni será llamado al orden por USA con suficiente contundencia. Riad puede apuntar hacia Hezbolá, debilitado tras el esfuerzo de guerra en Siria, y el gran interrogante es si está dispuesto a colaborar abiertamente con Israel. Alternativamente pueden aumentar la apuesta en Yemen y, en su empeño, buscar la complicidad de USA. Queda otro frente: intentar conseguir que Washington se retire del acuerdo nuclear con Teherán y reimponga unilateralmente las sanciones. Esto situaría a las empresas de todo el mundo, y especialmente las financieras, en una situación delicada pues, en caso de seguir llevando a cabo operaciones con Irán, podrían afrontar sanciones o ver cómo se les cierra el mercado estadounidense.

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